jueves, 13 de enero de 2011

La enfermedad del deseo

Los cuatro principios del Budismo, como todos los mensajes de la divinidad, son una realidad intemporal en la existencia humana:
1.-  El sufrimiento existe.
2.-  El sufrimiento surge del apego al deseo.
3.-  El sufrimiento cesa cuando el apego al deseo cesa.
4.-  La liberación del sufrimiento es posible mediante la práctica del noble camino óctuple.

El noble camino óctuple se compone de tres cualidades:  Sabiduría, Moralidad y Meditación que han de impregnar ocho esferas del comportamiento humano:  visión correcta, pensamiento correcto, habla correcta, acción correcta, existencia correcta, esfuerzo correcto, atención correcta y contemplación correcta.  Y que Jesús el Christo, vino a resumir de forma perfecta:  EL AMOR.

Parece mentira que hace más de dos mil años se pudiera resumir de una forma tan perfecta el sufrimiento, la enfermedad, y la forma de recuperar la salud. 

Si aplicamos esta visión a nuestras vidas nos damos cuenta, sobre todo después de una época como el hiperconsumismo de la Navidad y las Rebajas, cómo la sociedad de consumo en la que vivimos nos aboca irremediablemente al sufrimiento, al deseo constantemente insatisfecho, a la creación de nuevas necesidades y dependencias para satisfacer a los mercados y no para hacernos más felices, ni mejores personas, ni más sanos, ni más sabios, que es todo lo que se supone que hemos venido a aprender aquí.

La enfermedad del deseo es la pandemia de nuestra sociedad:  nos han educado no para aceptarnos a nosotros mismos, sino para desear parecernos a otros:  otros más guapos, más listos, más famosos, más ricos, más poderosos, ... Pero lo ÚNICO que nos falta es AMOR:  deseamos estar más delgados no por estar más sanos sino para tener la figura de la modelo de turno y ser más deseados por gente que, en realidad, no nos importa;  deseamos ser más ricos no por tener cubiertas nuestras necesidades de forma adecuada sino para tener más que los demás y presumir de ello; deseamos un trabajo con más éxito no para pasar más tiempo con nuestra familia sino para tener más cosas y con ello agradar a más gente.  

Si examinamos nuestros deseos con objetividad muchas veces nos daremos cuenta de lo irreales y de lo absurdos que son en su mayoría.  LA VIDA ES PERFECTA EN SI MISMA y sólo cuando uno mira desde la óptica de esa perfección y la SIENTE, es cuando comprende la irrealidad del deseo y el sufrimiento a que éste conduce, porque EL AMOR está DENTRO y no fuera.  

En realidad, tampoco es del todo culpa nuestra, hemos crecido en una sociedad de deseo y reproducimos patrones adquiridos. Examina sino cuántas veces le decimos a nuestros hijos:  "te quiero tal como eres, eres un ser humano perfecto que está en construcción y vas a elegir libremente tu vida";  en vez de "tu vas a ser como fulanito el deportista, o el actor, o el político, o el ...." o bien "tú tienes que estudiar para tener un buen puesto de trabajo que es aquel en el que se gana mucho dinero con poco esfuerzo" (y que debe de salir de premio en un Poskitos)  y cómo proyectamos nuestros propios deseos en nuestros hijos. Y este comportamiento compulsivo y obsesivo lo reproducimos en nuestra pareja, en nuestros amigos, en nuestros vecinos, en nuestro trabajo, en nuestra casa, en el coche, ...

 Pero, tan malo como lo anterior, es lo poco que nos decimos a nosotros mismos:  "te quiero tal como eres, eres un ser humano perfecto que está en construcción y puedes elegir libremente tu vida" Y por ello, tienes derecho a equivocarte y a enfadarte y a volver a empezar.

La salud y nuestra interpretación de la salud es también una expresión del Amor, de nuestra armonía interna, del respeto que sentimos por nosotros mismos.

Quieres una terapia:  Mírate a los ojos en un espejo, profundamente, como si te vieras por primera vez y dí en voz alta:  TE AMO.  Repítelo tantas veces como puedas, hasta que llegues a sentirlo.  Vas a descubrir que no es fácil, pero si practicas verás cómo el sufrimiento y la enfermedad retroceden y dejan paso a la salud y a la alegría.

Recuerda   ¡TE AMO!

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